Clasificación: Sociedad
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El pobre #8796
Pasando por una calle, un pobre viejo, decrépito y vacilante me detuvo.
Tenía los ojos blancos y los párpados amoratados; los vestidos raídos dejaban ver llagas mal cuidadas...¡Ah!¡Cómo había roto la pobreza a aquel infeliz!
Extendía la mano, una mano roja, hinchada y sucia; gemía y murmuraba, implorando la caridad del transeúnte.
Registré mis bolsillos; ni dinero, ni reloj, ni siquiera pañuelos; todo lo había olvidado en casa. Y el pobre esperaba con la mano extendida y hablaba débilmente de cuando en cuando.
Confuso y no sabiendo qué hacer, estreché fuertemente aquella mano sucia y temblorosa.
-No os ofendáis, hermano, no llevo nada, le dije.
El pobre clavó los ojos en mí, sus labios amoratados sonrieron, y él apretó mis dedos helados.
-Bien, hermano-dijo con voz ronca-, muchas gracias, esto también es caridad.
Y entonces comprendí que yo también había recibido algo de aquel hermano mío.
Iván Turguenev
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