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Las Fantasías Sexuales en la Pareja #4582
Las Fantasías Sexuales en la Pareja
fantasías forman parte de la vida erótica de hombres y mujeres. En la pareja se registran transformaciones: la mujer que antaño las alimentaba por lo bajo, ahora se anima a expresarlas. ¿Qué papel cumplen las fantasías en una relación? Testimonios y la opinión de un especialista.
Inverosímiles o realizables. Las fantasías alimentan la vida erótica de hombres y mujeres. Pero ¿pueden compartirse con la pareja? ¿Deben realizarse?
“Fantasías ¿cómo no voy a tener?”, repregunta Eliana L. de 24 años, estudiante “me costó un poco, pero con el tiempo aprendí a decirlas. Creo que me animé más que por la confianza, por una cuestión de afinidad de deseos, gustos en común con la otra persona. Pero la verdad, no siempre las pude concretar. Una que tengo hace bastante es la de estar con dos hombres. Se lo propuse a algunas de las parejas que tuve, pero no... En una ocasión porque él no estaba preparado y no se copó, en otra, porque yo arrugué. Pero bueno, todo a su debido tiempo”, agrega tranquila.
Casi todo puede convertirse en materia irradiante dentro de la cabeza. Lo que no es sinónimo de poder ponerlo en palabras y mucho menos llevarlo al plano de la práctica. Nadie duda de que siempre existieron, independientemente de que se las tratara de reprimir, obviar o deslizar. Pero si hay algo que comienzan a registrar tanto hombres como mujeres, es que en reiteradas ocasiones, las fantasías de las mentes se están haciendo más presentes.
“Las fantasías sexuales son una construcción, un cruce entre el imaginario social y la historia personal”, define el psicólogo Gabriel Espiño. “Se van configurando en las distintas etapas que atraviesa el individuo. A su vez, dependen de una mezcla entre la sensibilidad erógena –que es diferente en cada ser- y las pautas familiares de crianza (permisivas, represoras, etc.)”. El entorno en el que la persona fue educada influye a la hora de contornear las preferencias sexuales, pero no es determinante.
Las “películas” se pueden cumplir, pero nunca en un ciento por ciento, y apenas se las satisface surgen unas nuevas. La del deseo es una lógica dinámica, en la cual más que un contenido específico de género (femenino-masculino), lo que la define es quién la elucubra y enuncia. “Históricamente las diferencias se daban en que el hombre buscaba la inmediatez, el vuelo corto y el agotamiento en la realización”, explica el profesional, “mientras que en la mujer, se registraba un encadenamiento de fantasías que van más allá, pues su estructura es abierta y le cuesta conformarse. Ella era activa a su manera, por ejemplo, diciendo permito que me hagan esto y aquello no. Es decir, poniendo los límites, pero prestándose a hacer también. Pero eso está trastocándose considerablemente”.
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